Abre con la llave mi puerta tallada,
y entra con las dudas desde otro lugar,
la mesa servida sin premura alguna
espera su turno para disfrutar
el vino, los platos, las velas y el pan.
De fértil cosecha y noble factura,
con aroma intenso a rojo ciruela
viene de las viñas de la cordillera
y será vertido en este cristal
con esa ternura del fruto y la siembra
que luego es bebido como manantial.
Porcelana nívea y el mantel bordado,
la entrada de quesos para degustar
formando un dibujo de solo tres líneas
y uvas en el centro para acompañar
la espera latente del instante amado
en pocos minutos, con el principal.
Seduce la noche, alumbran las velas
Con Mahler presente, nada a mejorar
Huele a pan horneado, a roble fecundo,
a frío con luna, a leños, a invierno,
a foto de un junio con sabor a hogar.