lunes, 23 de abril de 2012

Capital Mundial del Libro 2012: Ereván (Armenia)



La ciudad de Ereván (Armenia) fue designada hoy Capital Mundial del Libro para el año 2012 tras la reunión, en París, de un comité de selección compuesto por representantes de las tres principales asociaciones internacionales del sector del libro y la edición así como de la UNESCO.
Ereván es la duodécima ciudad designada Capital Mundial del Libro, después de Madrid (2001), Alejandría (2002), Nueva Delhi (2003), Amberes (2004), Montreal (2005), Turín (2006), Bogotá (2007), Ámsterdam (2008), Beirut (2009), Liubliana (2010) y Buenos Aires (2011).
La elección de la ciudad de Ereván viene principalmente motivada por la calidad y la variedad del programa propuesto, “muy detallado, realista, anclado en el tejido social de la ciudad, centrado en aspectos universales y con la intervención de todos los actores de la cadena del libro”, según los miembros del comité de selección.

“Felicito a la ciudad de Ereván, que ha presentado un programa particularmente interesante, con numerosos aspectos temáticos, como la libertad de expresión, y también varias actividades para los niños, que son los lectores y los autores de mañana”, declaró la Directora General de la UNESCO, Irina Bokova. “Movilizar a todo el sector del libro y la lectura, desde los autores a los impresores y los editores sin duda contribuirá a asegurar el éxito del programa y tendrá repercusiones duraderas para Ereván”, agregó.

Todos los años, la UNESCO y las tres principales organizaciones profesionales internacionales del sector del libro y la edición –la Unión Internacional de Editores (UIE), la Federación Internacional de Libreros (FIL) y la Federación Internacional de Asociaciones de Bibliotecarios y Bibliotecas (IFLA)– designan conjuntamente una ciudad para que desempeñe la función de Capital Mundial del Libro en el intervalo entre dos celebraciones sucesivas del Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor (23 de abril). Esta iniciativa evidencia la colaboración entre los principales organismos relacionados con el libro, y, al mismo tiempo, el compromiso de las ciudades en la promoción del libro y la lectura.

****

Más información: www.unesco.org/culture/bookcapital

sábado, 14 de abril de 2012

LA FERIA DEL LIBRO

Estará  abierta para todo público desde el jueves 19 de abril hasta el lunes 7 de mayo, feriados inclusive, y en los siguientes horarios:
·         Jueves 19 de abril, de 18:00 a 22:00
·         Domingos a jueves, de 14:00 a 22:00
·         Viernes y sábados, de 14:00 a 23:00
·         Domingo 29 de abril, de 14:00 a 01:00, horario extendido
por celebrarse La Noche de la Ciudad en la Feria del Libro
·         Lunes 30 de abril, de 14:00 a 23:00

La Noche de la Ciudad

Domingo 29 de abril
Por una sola noche, la Feria permanece abierta hasta después de la medianoche y prepara muchas sorpresas para compartir con sus visitantes. En un clima de fiesta, se realizan shows, concursos, juegos, sorteos, firmas de libros, narraciones y espectáculos al aire libre. Una oportunidad única para recorrer de otra forma este megauniverso de libros y participar de una oferta de actividades originales, alegres y espontáneas. Organizada en conjunto con el Ministerio de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires.
******

La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, es una verdadera ciudad de libros, un catálogo nacional e internacional de industrias editoriales y una fiesta de la cultura. Desde 1975, año en que se realizó por primera vez, fue adquiriendo importancia creciente, hasta convertirse en la muestra más importante de Latinoamérica y destacado referente a nivel mundial; convocando a más de un millón de asistentes cada año.

Antecedentes

Con anterioridad a la Feria Internacional, hubo en Buenos Aires exposiciones y ferias de libros. La del año 30 en la Plaza de la República, es quizás la más recordada. Hubo otras en paseos, parques y en el Cabildo de Buenos Aires.

Primera etapa: El libro sale en busca del lector
En el año 1971, la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) comenzó un plan que tenía como premisa encontrar el medio más hábil para la difusión del libro. Es así que organizaron (durante los años 72, 73 y 74) 35 ferias de libros en las calles, parques y plazas de Buenos Aires y en algunas ciudades del interior.
Todas estas ferias callejeras eran algo más que lugares de ventas de libros. Se levantaban tablados donde se leían poemas, se hacía ballet, música, representaciones teatrales, etc. Al mismo tiempo en las bibliotecas públicas municipales se dictaban conferencias como extensión de estas exposiciones. Las ferias se pusieron bajo distintas evocaciones (la semana de la poesía, etc.)

Segunda etapa: El lector busca su libro

En el año de 1974, la SADE convocó a las Cámaras editoras (Cámara Argentina del Libro, Cámara Argentina de Publicaciones, Sector de libros y revistas de la Cámara Española de Comercio), Argentores y la Federación Argentina de la Industria Gráfica y Afines, para organizar una feria “internada”, en donde el público iba en busca del libro. A estas entidades se añadió la Federación Argentina de Librerías, Papelerías y Afines.
La organización fue durante varios años la de una sociedad de hecho, hasta que en 1985 se convirtió en la Fundación El Libro, entidad civil sin fines de lucro constituida por las entidades mencionadas anteriormente.
Fueron habitués de nuestra Feria escritores argentinos de la talla de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, Silvina Bullrich, María Esther De Miguel, Marco Denevi, Ernesto Sábato, Tomás Eloy Martínez, Roberto Fontanarrosa, Beatriz Guido, Manuel Mujica Láinez y Olga Orozco.
Además participan asiduamente Quino, Abelardo Castillo, Alicia Steinberg, Vlady Kociancich, Andrés Rivera, María Esther Vázquez, Liliana Heker, Santiago Kovadloff y Sylvia Iparraguirre entre tantísimos otros escritores de nuestro país.

Más información:
http://www.el-libro.org.ar/

CADENAS Y CRUCES

Espero el  taxi justo ahí, en la intersección de  las calles Independencia y Solís,  en esta  ciudad hermosa a la  que siempre  quise y cada día quiero más. Adorable contra viento y marea, aunque  no todos piensan como yo; me gusta que así sea, para nadie indiferente, discutida, porque la diversidad  es siempre enriquecedora. 
Es domingo y  aunque el semáforo habilita a los peatones inhabilitando el paso de todo medio de transporte,  incontables  colectivos  completos con la hinchada de un  club de fútbol avanzan  a toda velocidad ignorándolo. Van con custodia  quizá, debido a  quien ha sido el rival en  el partido.  El  señor que  conduce el taxi, se detiene para que  yo ascienda y ni bien me siento,  me explica que le han robado el partido a los custodiados hablando  del poder de la iglesia con una convicción admirable y una verborragia digna de ser escuchada sin entender yo,  cómo es que concatena una idea con la otra.   Me habla de  uno de los clubes de fútbol, justamente del rival de los custodiados de ese día,   y de su otrora dirigente cuando se retiró con todos los laureles por la exitosa gestión llevada a cabo, y, como si fuera poco lo que ya había dicho, me aclara que le consta que ese buen hombre  nunca había sido simpatizante de ese cuadro. Que las intenciones de la iglesia,  apuntaban a que fuera presidente del país, y que para lograrlo era necesario que fuera bien conocido y   valorado por parte del pueblo,  porque no hay mejor cosa que ser valorado y bien conocido  por los simpatizantes de ese club que siempre se ha dicho, resultan ser la mitad más uno.  
-¿Usted, simpatiza con algún cuadro? Me interroga dándose vuelta como si no fuera él quien debiera conducir, y al momento de esperar la respuesta me observa  por el espejo retrovisor que previamente acomoda con un gesto inocultable para que perciba yo, que va a mirarme cuando le conteste. Le dije que adoro a los cuervos y apenas sonrió, como si él fuera de Huracán.
Vuelve a concentrarse en el tránsito de ideas y   me explica  también el señor sin que nada le pregunte yo, de nada,   que la muerte intempestiva de un ex  mandatario  de la nación,  estropeó los planes de la iglesia.   Que esa muerte intempestiva contrariamente a cómo se ventiló,  fue el resultado de un asesinato tapadito, y, que  quizá pasaría un siglo hasta que se supiese.  Que la historia  siempre pinta mentiras,  y, que la gente siempre cree las mentiras porque las pintan lindas, y es cómodo creer y para cómodos no hay como los humanos.   Aclara que  el  exmandatario aunque casi a cargo del mandato,  estando con vida todavía esa noche, había sostenido una conversación telefónica con uno de los sindicalistas más controvertidos,  y,  que durante la  charla,  el sindicalista había   sugerido que  podía suceder si no cambiaban,  lo mismo que le había sucedido a Allende. El único gremio que había podido parar el país y torcer el brazo a su gobierno, había sido el que agrupaba a  los trabajadores del mismo gremio que él representaba.  El  ex mandatario según la versión del taxista,  le había  solicitado entonces al jefe sindical que se presentase  para discutir el tema cara a cara.  Y así habían quedado. Pero sucedió algo extraño, me dijo. Según las palabras del señor al volante,  al poco tiempo de la conversación entre ellos,   en el despacho  en el que se hallaba el ex mandatario se escuchó un disparo, un disparo que mató al  entonces exmandatario  aunque a cargo del mandato.  
¿Suicidio?  Me preguntó mirándome otra vez por el espejo retrovisor. No, según la versión del taxista se trató de un homicidio, de un disparo que dio en la cara del  ex mandatario. Y  aunque usted no lo crea, aseguró,  fue por eso que lo velaron a cajón cerrado. No es que no había cuerpo en el cajón, no, no, no. No es que esté vivo, como cree parte de la gilada, no está vivo ni disfrutando por ahí de la guita que se afanó de la provincia.  Está más muerto que Maquiavelo, eso se lo aseguro yo. Bueno es una forma de decir que Maquiavelo está muerto, a decir verdad Maquiavelo, nunca estuvo más vivo que ahora ¿no le parece?
Siguió hablando de corrido, como  si leyera un libro. De ese modo, quien estaba a cargo del mandato y a quien consideró  innombrable,   por esas cosas de lo que no se sabe pero sí,  recobró  en un santiamén  el  afecto y la credibilidad que  de los votantes había perdido.  No hay mejor remedio  según dijo, que  siendo una persona pública en picada, transformarse en víctima. Víctima con vida por la muerte de alguien tan cercano, para sin más  pasar a ser alguien  a valorar y a apoyar,  haga lo que haga y diga lo que diga.  Y  según sus palabras, dichas como si hubiera sido testigo y parte de la escena que relataba,  haber ventilado el homicidio habría provocado   más que desorden, una extrema  gravedad institucional.
Respiró y casi sin comas, continuó con el relato. A partir del hecho luctuoso   la historia se dio vuelta y la falta de  credibilidad se convirtió  en apoyo ciego porque acá somos todos giles.   En paralelo, el  candidato  a presidente que apoyaba la iglesia, y la iglesia lo apoyaba y lo apoya porque  siempre se ha dicho que su padre  ha sido  y es testaferro de la curia,  a partir de esa nueva situación,  no  iba a tener chances de ganar en la contienda electoral para presidente.  Convengamos –me dijo como si yo hubiera asentido en algo, lo que decía- que quien se candidateaba  no sólo estaba al mando con el poder  y la guita que el mando da,  sino que había sido víctima al tener que  cambiar, debido a la muerte, de un día para otro,  de estado civil y estrenando viudez. Y  las víctimas,  cuando además  quedan encuadradas dentro del género al que todo el mundo se opone y  que tanto siempre invocó, y con hijos,  siempre ganan, con lágrimas  verdaderas o de cocodrilo.  Así las cosas, -dijo el señor que parecía estar preparado para dar un discurso-  esto instó a que  la iglesia tuviera que modificar y  hacer que su  candidato se  bajara de esa contienda y se postulara  para gobernar ya no la nación  sino  uno de los distritos más importantes, donde además  la víctima, ni el partido al que pertenecía, jamás tendría mayoría.
Aunque la trenza es grande, me dijo, ¿usted se puso a pensar alguna vez cuántos mechones hacen falta para trenzar? Creo que tres –le dije yo, con timidez- . Sí bueno, sí y no. Izquierda  centro y derecha, mechones finos cortos o largos  y lo mismo con los gruesos,  créame, porque esta es una  trenza cocida, señora, y muy muy difícil de deshacer, imposible creo. ¿Y sabe por qué?  Muy sencillo, no me va a decir que no se le ocurre… imposible de desarmar porque están las manos santas de la iglesia siempre tejiéndola...
-Me bajo en la esquina señor.
-Tenga cuidado cuando cruce, mire que  hay cada loco manejando…
Crucé y me senté a tomar una copa de vino en el bar de Fichte, la necesitaba,  en las mesas de afuera para poder fumar. La noche  de otoño, el recuerdo de la mirada tan dicente del checo;  el ruido citadino al borde de la avenida, la música proveniente de Shalis; el aroma de los jazmines que quien sabe de dónde Don Javier consigue aún en esta época para vender en ese puesto eterno abierto las veinticuatro horas,  el  quiosco de Carlos exhibiendo siempre el mismo cartel  no se fía  carente del acento en la i sin corregir,  porque dice que todos entienden igual;  el menjunje de temas y de voces, de acentos, de todo, a pesar de faltar unas pocas horas para el lunes, me hicieron pensar mientras caminaba esos pasos hasta llegar a casa, que Buenos Aires, es y siempre va a ser un encanto. De los que hechizan.

Fin

lunes, 9 de abril de 2012

DE TRENES Y FANTASMAS

Escrito el 3/3/12
Está encerrado en una jaula de hierro mientras se va acercando a la Muerte a 24 km por hora. La Muerte lo espera al final del camino, su figura agrandándose minuto a minuto, lo está mirando a los ojos, serena, detrás de unos parachoques inútiles. En la cabina hay un panel, que alguna vez, hace medio siglo, vino bien pintado y lustroso desde el otro lado del mundo. En él hay unas palancas que se niegan a funcionar. Sabe lo que va a pasar: el tren desborda de gente y esa gente y ese tren van hacia un final de desastre. Sabe que va a haber muertos y que él puede ser uno de ellos. Atrás suyo, mil quinientas almas ignoran lo que él sabe, sumidas en sus preocupaciones de todos los días, con el pensamiento puesto en salir del tren y llegar a sus trabajos. Porque no son ricos ni influyentes los que viajan, aunque tengan la maldita costumbre de agolparse en los dos primeros vagones para salir más rápido de esa incomodidad, de sentirse personas otra vez, de llegar a tiempo para ganar un poco más o para tomar un cafecito antes de las tareas diarias, quien sabe, porque son humanos después de todo. El conductor se aferra a los controles, desesperado, porque esos controles no controlan nada, desesperado porque va derecho a la Muerte y la muerte va hacia él a 24 km/hr. Un sudor tibio se le desliza por la frente, un sudor que se hiela porque en su cabeza el desastre se agranda a cada segundo. Ha avisado del peligro a lo largo del viaje. La contestación ha sido siempre que siga. Se lo dice una voz inhumana, la voz de un monstruo de mil cabezas formado por impunes corruptos, políticos, barones, influencistas, mediocres, obsecuentes, negociadores, un monstruo que es una especie de Minotauro que devora al país. Igual, está acostumbrado a que todo en esa línea ande “más o menos”. Tiene apenas un hilito de esperanza de que pueda controlar la llegada. Encerrado en su jaula de hierro, ve agrandarse el final de los rieles, los pistones hidráulicos, alcanza a ver la gente que hormiguea allá para tomar el tren que - esa gente cree - volverá a salir de esa plataforma 2 de la Estación Once. Es demasiado tarde para llamar a control, ahora infla sus pulmones de aire, contiene la respiración, instintivamente se aprieta contra el respaldo. Como el bombardero que sabe lo que no saben las víctimas, él sabe muy bien lo que va a pasar en muy poco tiempo. 100 metros. En su mente aparecen las figuras de sus seres queridos, la angustia le anuda la garganta. 40 metros. Piensa en la gente que está atrás, a quienes escucha a través de la descascarada puerta que los separa de ellos. La gente suele ser cruel con los conductores, por ser la cara visible de la irresponsabilidad y el peligro. 20 metros. Ya es demasiado tarde. Hasta el último momento, la muerte lo estuvo mirando a los ojos, ahora desaparece. Hay un ruido tremendo como de una explosión o un terremoto. Una nube de polvo rojizo envuelve el tren y la plataforma. La inercia tremenda empuja de un manotón a hierros y gente hacia delante, los vagones se incrustan entre sí. Hierros y gente se mezclan. El conductor ve como el frente de chapa del coche se arruga como de papel, siente un golpe seco, se desvanece.
En una estación intermedia, un muchacho ha subido al mismo tren. En su mochila llevaba sin saberlo su propia muerte pero también la cultura desprejuiciada e irresponsable, veterana de muchos años, que ha forzado a los pasajeros a subir y a la falta de control dejar que cada uno se ubique de cualquier manera por más peligrosa que sea. Porque la cuestión es viajar y cada uno se acomoda donde encuentra un espacio donde no lo hay. Aquel monstruo negro de mil cabezas empuja a ese muchacho para que suba, porque la incultura de la gente va en su beneficio. Y eso se repite todos los días, la gente protesta entre sí pero no se queja, se acostumbra al maltrato, no tiene otra opción. Porque aquella maquinaria monstruosa se aceita con el opio de la gente, adormecida con una anestesia que es letal para ella misma. La anestesia de la repetición, de la propaganda, de ver como natural a los que viven de la corrupción o a los que no tienen otra salida que doblar la cabeza.
Flotando entre los pasajeros viaja en el tren un fantasma que está en cada uno de los vagones. Tiene forma de mujer y un nombre querido por todos. Mujer mil veces violada y robada, llena de llagas, sangrante. Es la argamasa invisible de toda esa gente. Algo que los une sin que lo sepan, un sentimiento de pertenencia, de comunión que nadie ha descubierto, pero que vive bien adentro de cada alma. Ese espíritu sostiene la cabeza del conductor, le seca el sudor, arropa con mantas invisibles a los que van a morir. Llora en su impotencia como la madre que es de todos los que viajan sobre esas ruedas que van hacia el desastre. Pero nada puede hacer.
Después, los gritos, la muerte, el caos. Un golpe en la conciencia de un pueblo que durará no se sabe cuánto. En la estación, un fantasma se aleja llorando. Se queda la maquinaria negra de la corrupción. El monstruo que él sí es a prueba de fallas. Ya está preparando su dosis de anestesia. Tiene todo ya muy bien maquinado. Con una sonrisa, empieza a pensar a quién le echará la culpa.
Osvaldo 3/3/12

sábado, 7 de abril de 2012

SIN LLAVE

El dormitorio olía a  la lavanda  que habían traído de Ayunga  tres semanas antes,  a los  nardos, que en esa ocasión, había optado por colocar en las mesas de luz;  a cera, por la  limpieza a fondo de los martes a cargo de la siempre puntual Renata; olía sí, sin duda, al mes de abril cuando se avecina la lluvia y no hace frío ni calor, y el día se adivina nublado y lento.
El hábito de acostarse sobre el lado derecho de su cuerpo lo traía de la infancia. Continuó con los ojos cerrados y  extendió el brazo izquierdo  hacia atrás sin darse vuelta, buscando a tientas  una almohada para taparse la cabeza e intentar dormirse otra vez.
Martillaba la voz  de su madre hablándole  de su padre, de cómo lo extraña cada día todavía, del excelente marido y padre que fue, de las virtudes que todos sus amigos le reconocieron siempre, de cómo  supo  dar y ayudar a todos,  de cómo se amaron y  de lo injusta que fue su muerte. De cómo ella lo esperaba,  y de lo bien que lo pasaban juntos compartiendo la vida,  en  ese secreto mundo que habían sabido construir de a dos, por una sencilla razón, porque se amaban, y el amor, el verdadero amor,  sólo se da una vez en la vida.
Necesita dormirse otra vez y no escuchar el taconeo de Amelia sobre el parquet, tan distinto al andar de Gaby sobre el piso de cerámica. Necesita dormirse y no enterarse de los silencios sostenidos. No ver el ímpetu de Amelia,  sus ganas, su forma de ser  estando y no estando.
-Maxi, ¿dormís?
-Sí. ¿No me ves?
-Teléfono. Es René, pregunta si vas a ir al club.
-Decile que no estoy.
-Pero estás, atendé che, ya le dije que estás en la cama.
-Decile que estoy durmiendo,  o no te diste cuenta. Y que después tengo trabajo hasta tarde.
-Ok
-Maxi, me imagino que para tu hija sí, estarás, ¿no?
-Sigo durmiendo y después me voy al club, vuelvo a la noche, decile.
Ok.
….
-¿Se puede saber por qué mentís?
-No miento, no tengo ganas de hablar, eso es todo.
-Bueno, a eso me refiero,  tendrías que haber atendido y decir en lugar de inventar algo que te lleva siempre a otra mentira.
-Por qué no te callás una vez, digo yo. ¿Vivís en el limbo vos? ¿No te das cuenta que estoy como el culo?
-¿Y te parece que mentir a la gente que te quiere  es la solución?¿Cómo sé que no me mentís a mí también?
-Ah, siempre vos eh… si no estás en primer plano, el mundo no existe.
-Y por qué  tengo que creer que no me mentís a mí.
-Creé lo que quieras.
-No se trata de lo que quiero. Se trata de lo que vos demostrás tan distinto a lo que decís .
-Mirá quién habla…
-¿A qué te referís? Hablá… a ver ¿qué tenés para decir?
-Qué, ¿no tenés imaginación?
-Sí, pero no estamos hablando de imaginación.
-Mirá Amelia, no tengo ganas de hablar,  vos estás cansada de mí, y se te nota. ¿O te creés que soy  boludo?
-Te pregunté por qué mentís, y sabés que le mentís a todo el mundo, pero para no hablar de eso, me salís con otra cosa. Encima, haciéndote la víctima.
-¿La víctima? No querida. Vos querés hablar de mis mentiras y yo de tu desinterés, que por lo visto es de lo que vos no querés hablar.
-De qué desinterés estás hablando. Si no me interesara no te preguntaría cómo puedo estar segura de que no me mentís a mí también.
-Amelia, no me esperaste para cenar anoche, ni antes de anoche.  No me llamaste  en todo el día el miércoles. No te importa nada de cómo me siento y lo único que hacés es ponerte en juez de lo que digo y cómo lo digo.
-No te esperé para cenar porque me dijiste que no sabías a qué hora ibas a venir. Y llegaste después de las doce. Acaso, ¿no me levanté  cuando llegaste? Y si el miércoles no te llamé fue porque estaba ocupada y vos me pasabas a buscar a las siete por la oficina. ¿Qué podía pasar entre las nueve de la mañana y las siete de la tarde, me querés decir?
-Nada, no podía pasar nada o podía pasar todo. Pero vos estabas ocupada para llamar  y enterarte.
-Pero  y qué, ¿pasó algo, acaso?
-No, quedate tranquila, no pasó nada, no pasa nada ni tampoco va a pasar nada nunca. Ahora,  ¿te puedo pedir que me dejes solo?
-Sí. Tengo que suponer que eso que estás diciendo, no es una mentira, que querés quedarte solo.
-No es una mentira.
Fin de junio y los párpados pesan y los ojos arden,  el oído derecho late a punto de estallar y no hay gotas.  Huele a  café quemado y a fritura vieja, a basura sin sacar. A encierro y  a cosa humana.
Fin